Durante nuestro día a día tenemos muchísimas cosas en la cabeza. Por esta razón, nuestro cerebro automatiza alguna de sus acciones. Es una manera de ahorrar energía para cosas más importantes o nuevas. Pero en este estado automático es muy difícil cuestionar nuestras acciones. Hay muchas pequeñas acciones que realizamos todos nuestros días que dañan el medioambiente y ni siquiera nos damos cuenta. Yo estoy intentando evitar este comportamiento tan irresponsable, y a la vez tan humano y cambiar pequeñas rutinas en mi vida.
Cuando empecé este blog, mi mayor objetivo era reducir la cantidad de bolsas de plástico en mi vida. Actualmente estoy muy centrada en cualquier tipo de plástico de un sólo uso. Si quieres saber más de este problema puedes leer sobre sus consecuencias aquí. He empezado a evitar el plástico en mis rutinas de belleza, como ya sabéis, he empezado a hidratarme el pelo con aceite de oliva, aquí podéis ver cómo lo hago, y he reemplazado mi cepillo de dientes por uno de bambú y la pasta por polvo de carbón activado, que viene en un frasco de cristal. Estaba deseando probar este tipo de productos y mi hermana me lo regalo! Últimamente este tipo de productos están cada vez más extendidos y podemos empezar a encontrarlos en muchas tiendas, como supermercados orgánicos, herboristerías y por supuesto, internet. La alternativa de bambú cuesta un poco más, pero no si lo comparamos con el precio medioambiental de el clásico cepillo de dientes de plástico.
Los cepillos de bambú puede tardar hasta 6 meses en descomponerse, mientras que la versión plástica puede tardar siglos en desaparecer. Cada año mil millones de cepillos de dientes se tiran, tan sólo en Estados Unidos. Si les pusiéramos uno tras otro darían la vuelta al mundo 4 VECES!!! La mayor parte de los cepillos de dientes terminan en el océano, dañando el entorno marino. Es más, 100.000 mamíferos marinos y millones de aves marinas mueren cada año debido a la polución de nuestro océanos. Este pequeño cambio es la mejor decisión que he tomado en el 2018, porque cada pequenos gesto vale la pena. ¿Cúal es el tuyo?